¿Es el perfeccionismo una virtud?

es el perfeccionismo una virtud

¿Es el perfeccionismo una virtud?

A lo mejor nunca te has preguntado si es el perfeccionismo una virtud. El perfeccionismo alude al hecho de juzgar nuestros resultados en diversos ámbitos como insuficientes cuando no se alcanzan unos estándares predeterminados, que curiosamente son particularmente elevados. Este fenómeno puede impregnar multitud de parcelas de nuestra vida, de manera que podemos sentirnos infelices si nuestro cuerpo no es tan atlético como nos gustaría, si nuestras notas académicas o rendimiento laboral no son tan altos como el que debería, o incluso si nuestro círculo social o pareja no corresponde con aquel que pensamos que debería ser. En concreto, las personas perfeccionistas pueden sentirse unas fracasadas si no obtienen una calificación media de diez en la carrera, si no tienen un cuerpo fibroso y tonificado o consideran que cualquier error en el trabajo es algo inaceptable. Pueden incluso pensar que uno mismo no debe tener defectos para obtener el amor y la simpatía de sus seres queridos.

El precio del perfeccionismo

Aunque puede que fruto de ese perfeccionismo derive la excelente armonía y coordinación que observamos de aquella gimnasta en la competición, la esbelta figura de aquella modelo en la pasarela o la brillantez de aquel doctorando que recibe Cum Laude en su tesis doctoral, el sufrimiento y la presión continua que persigue a las personas perfeccionistas, en muchos casos, puede no llegar a compensar los resultados obtenidos. Esto cobra especial importancia en una sociedad cada vez más competitiva, donde nuestros resultados positivos dependen en cierta medida de mostrar un mejor desempeño que nuestro grupo de iguales, ya sea para poder elegir la plaza que deseamos en unas oposiciones, poseer la nota más elevada para recibir esa beca anhelada u obtener la máxima productividad en el trabajo, de manera que podamos ascender.

Una búsqueda continua

La búsqueda de la mejora continua se puede considerar una virtud si forma parte de tu identidad, pues te anima a desarrollarte en todas tus facetas, de manera que te sientas más satisfecho y orgulloso con la vida que has construido. Esta actitud es beneficiosa en la medida que la insatisfacción inicial que sentimos hacia el ámbito personal que pretendemos mejorar se va atenuando al conseguir ciertos objetivos. Cuando a pesar de conseguir nuestros objetivos, nos sentimos obsesionados con seguir progresando, insatisfechos con lo que hemos logrado e incluso basando nuestra autovalía en nuestros logros, puede que nos estemos adentrando en la parcela del perfeccionismo patológico. Para entenderlo mejor…

Si no se enfoca bien, el perfeccionismo puede ser una pesada losa

Imagina que estás empujando una pesada roca ladera arriba, empleando toda tú energía en seguir el ascenso. En el momento que alcanzas media cima paras, lo cual ya supone un hito nada desdeñable debido a las dimensiones de la piedra. No obstante, tú mente insiste en que el verdadero mérito se encuentra en alcanzar la cúspide, desvalorizando todo el empeño que has invertido en llegar hasta donde estás.

El peso del perfeccionismo

 

A pesar de la descripción anterior, el perfeccionismo también se puede manifestar como una inacción a desarrollar actividades que son de interés y atractivas para la persona. En este sentido, entraríamos en el terreno de la procrastinación, comportamiento que se encuentra ligado en muchas ocasiones a las expectativas y exigencias perfeccionistas que se relataron antes. Puede que sientas que no estás preparado/a para obtener un resultado perfecto, por lo que no tiene sentido siquiera iniciar la tarea, derivando en un bucle de abandono paulatino de actividades que en algún momento de tu historia te motivaban intrínsecamente, con las que disfrutabas, aunque el resultado no fuera perfecto. Por esto es importante cuestionar tu perfeccionismo y averiguar con ayuda de profesionales si te está mereciendo la pena.

Conclusión

Finalmente, para poder responder a la pregunta planteada en el artículo sobre si el perfeccionismo es una virtud, se considera innegable que el perfeccionismo puede impulsar logros notables y fomentar un estándar de excelencia. Sin embargo, no debemos perder de vista los costos asociados: la ansiedad constante, la autoexigencia agotadora y la dificultad para aceptar imperfecciones, tanto propias como ajenas. Quizá la virtud se halle en un punto intermedio, entre la aspiración a un resultado sobresaliente y la aceptación de nuestras limitaciones o dificultades. Todo ello desde una perspectiva general de autocompasión y autovaloración más allá de nuestros logros académicos, personales y/o profesionales.

 

Artículo elaborado por Jaime Anias Ruiz (Psicólogo General Sanitario y estudiante de practicas de master en nuestro centro).

Revisado por Ana Piñar (psicóloga sanitaria y directora del centro).